Sobre el valor del proceso creativo en Buenaventura

Proyecto Recogida de Paisajes Abstractos: El lienzo recolector. Fuenquesada

En diseño gráfico, el proceso creativo es un conjunto de acciones encaminado a transformar ideas abstractas en productos visuales funcionales, relevantes y duraderos.

Un proyecto de diseño no se limita, ni mucho menos, a una mera ejecución técnica, sino que se trata de un trayecto complejo —un proceso— que abarca diversas etapas, que en Buenaventura identificamos en tres: análisis, conceptualización y formalización.

A pesar de que estas fases resulten más o menos estandarizadas, el proceso creativo es un mecanismo dinámico que varía según diversos factores.

Cada proyecto —cada proceso creativo— suma experiencias y el diseñador va adquiriendo capacidad de relacionar conocimientos dando forma a su propio itinerario de creación.

El análisis es la fase inicial de cualquier proyecto. Para acometerlo resulta fundamental adquirir conocimientos en profundidad para poder entender lo que en esencia es cada concepto, producto o marca.

Un análisis sistemático, exhaustivo y amplio es fundamental porque sus resultados serán los cimientos sobre los que se sostendrá el resto del proyecto. Las conclusiones a las que vayamos llegando nos pueden abrir muchas puertas. Un descubrimiento, un detalle, por nimio que sea, puede ser clave para determinar el camino a seguir.

Proyecto: Nazzarii

Una vez tenemos completada o muy avanzada la fase de análisis podemos iniciar la fase de conceptualización. Durante este proceso, un cierto aislamiento de referencias externas resulta fructífero, en tanto evita contaminaciones que podrían llevar a un excesivo acercamiento a las tendencias dominantes en cada momento. La transversalidad de las referencias que maneja un diseñador es directamente proporcional a la profundidad y fortaleza conceptual del diseño que realiza, pero estas referencias deben operar desde el fondo de la conciencia transformadas en conocimiento. Es lo que llamaríamos bagaje personal.

Entremezclado en estas fases, formando parte indisoluble del proceso creativo, entra en juego un concepto delicado: la inspiración.

¿Existe la inspiración? Sí, pero como ya han demostrado algunos expertos en la materia como Pablo Picasso, Milton Glaser o Paula Scher, la inspiración es trabajo. Un artista, un diseñador o un músico lo es siempre, las 24 horas del día, porque no se trata de un trabajo de 9 a 17, sino de un modo de estar en el mundo.

Que Buenaventura tenga su sede en Loja, un pueblo de la provincia de Granada, más que un dato geográfico, es una declaración de intenciones. El medio rural nos proporciona un estilo de vida que empapa nuestra manera de trabajar y da lugar al estilo Buenaventura, natural, esencial, transparente y riguroso.

La creatividad entendida como la capacidad de producir piezas de diseño originales, funcionales y adecuadas para el fin para el que fueron concebidas se asienta en el conjunto de conocimientos de que dispone el diseñador, pero, ojo, no sólo conocimientos sobre diseño, sino en general, porque para un diseñador atento la inspiración puede aparecer en cualquier lugar o situación.

Cuando en Buenaventura analizamos cuál ha sido el origen inspirador de cada proyecto, observamos la diversidad de circunstancias que nos han llevado a cada solución.

Entre las necesidades de cada proyecto en concreto y el estilo propio de Buenaventura media un área felizmente difusa que podemos llamar creatividad. El proceso creativo en nuestro caso no tiene un principio y un fin, sino que responde más bien a ese modo de estar y observar el mundo bajo una mirada determinada.

Proyecto: Trilogía

Finalmente, llega la fase de la formalización. Es decir, el momento de dar forma visual a la idea que hemos ido trabajando.

Es el concepto el que sostiene y da vida a la forma.

Ana Moliz
Directora de arte. Buenaventura.

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